Pero es en la gestión de recursos dónde están las diferencias más significativas. Las ONG presididas por mujeres administran, en promedio, un 41% menos de presupuesto que aquellas lideradas por hombres, con un gasto medio de 4,3 millones de euros frente a los 7,3 millones de euros en organizaciones con presidentes varones. Esta brecha también se refleja en la dirección general, donde las entidades encabezadas por mujeres manejan un 28% menos de presupuesto.
Ana Benavides, directora general de Fundación Lealtad, y Eva Herranz, analista de ONG y de datos y coautora del estudio, reflexionan sobre los factores que mantienen la brecha de liderazgo entre hombres y mujeres.
Para profundizar en esta cuestión, Ana Benavides y Eva Herranz, nos ofrecen su visión sobre los factores que perpetúan estas diferencias.
¿A qué posibles causas se puede atribuir esta brecha presupuestaria?
Por lo general, las organizaciones más grandes, con presupuestos superiores, siguen estando lideradas por hombres. Es una situación que recuerda a la brecha existente en otros sectores, donde las mujeres encuentran mayores oportunidades en estructuras más pequeñas o en iniciativas con una menor dotación económica. La conciliación laboral es una de las causas principales, y es que el peso de la familia continúa recayendo de forma desproporcionada sobre las mujeres, un hecho que impacta directamente en su disponibilidad para asumir roles de alta dirección.
En muchas ocasiones, las mujeres deciden priorizar la familia al ascenso. Y esto, siempre que sea una decisión tomada de manera libre y consciente, no es algo negativo, todo lo contrario. El problema surge cuando no es una elección real, sino una expectativa implícita de que la mujer debe dar un paso atrás. En ese sentido, es fundamental fomentar modelos de conciliación y flexibilidad, que permitan elegir sin renunciar al crecimiento profesional. En este punto, lo crítico no es la igualdad, sino la igualdad de oportunidades y la capacidad de elección teniendo referentes que demuestren que es posible compatibilizar ambas facetas.
Aunque las mujeres logran acceder a puestos de liderazgo, siguen enfrentando barreras en la gestión de organizaciones de mayor envergadura”. ¿Cómo se le puede tratar de dar solución a esta brecha?
Para seguir avanzando es esencial visibilizar estos desafíos y promover medidas que faciliten el acceso de las mujeres a los niveles más altos en la toma de decisiones de las grandes organizaciones. El primer paso es saber en qué punto nos encontramos, con estudios como el que hemos lanzado desde Fundación Lealtad: ‘La presencia femenina en el Tercer Sector’. En segundo lugar, es fundamental promover modelos de trabajo flexibles que permitan una mayor conciliación, y, en tercer lugar, buscar referentes e implementar sistemas de mentoría para futuras líderes. Todo ello sin olvidar que se debe inculcar desde la infancia que las responsabilidades familiares son iguales para hombres y mujeres.
Un 51% de las ONG Acreditadas están dirigidas por mujeres y el 43% presididas por mujeres. ¿Por qué está diferencia? ¿Por qué son más las que dirigen que las que presiden
No olvidemos otro dato importante: las mujeres representan el 74% de los empleados de las ONG. Teniendo esto en cuenta, no debería sorprendernos que el 51% de las ONG estén dirigidas por mujeres. Sin embargo, como indica nuestro último estudio, hay una diferencia entre el porcentaje de mujeres que ocupan la dirección y aquellas que ejercen la presidencia. Una posible explicación es que el acceso a la dirección suele darse mediante una progresión dentro de la propia organización. Dado que el número de mujeres empleadas en el sector es muy superior al de hombres, es lógico que muchas de ellas vayan ascendiendo hasta ocupar estos puestos. En cambio, la presidencia suele depender más de procesos de libre designación, lo que puede generar un sesgo en la selección.
Otro factor clave es que, para presidir una organización, a menudo se buscan perfiles con una trayectoria consolidada en ámbitos como el empresarial o el académico, sectores donde la presencia femenina sigue siendo inferior por múltiples factores históricos y sociales, como pueden ser el acceso más tardío de la mujer a la educación superior o al mundo laboral, las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, etc. Esta diferencia de recorrido profesional puede limitar el acceso de las mujeres a la presidencia, a pesar de su alta participación en el sector.
Por otro lado, no podemos ignorar que las estructuras de poder aún presentan desigualdades de género, incluso en sectores altamente feminizados. Los espacios de mayor reconocimiento y toma de decisiones tienden a estar más masculinizados, lo que puede explicar por qué, aunque las mujeres son mayoría en el Tercer Sector, siguen estando infrarrepresentadas en la presidencia de las ONG.
En este sentido, es fundamental seguir impulsando iniciativas que fomenten el acceso de mujeres a los niveles más altos de liderazgo, garantizando que la progresión en el sector no se vea limitada por dinámicas tradicionales de sesgos de género.
¿Estos “buenos” resultados se deben únicamente a que se trata, ya de por sí, de un sector feminizado? ¿O se han hecho grandes esfuerzos en este sector por llegar a estas cifras? De ser así, ¿cuáles?
Desde que Fundación Lealtad comenzó a analizar la presencia femenina en los órganos de gobierno del Tercer Sector en 2012, la representación de mujeres ha sido notablemente superior a la de otros ámbitos. En aquel momento (2012), el 34% de los puestos en los órganos de gobierno estaban ocupados por mujeres, frente al 10% en los consejos de administración de empresas cotizadas. Desde entonces, la sociedad ha experimentado un cambio significativo en términos de conciencia feminista y reivindicación de la igualdad de género. Movimientos como el 8M han tomado gran relevancia a nivel global, visibilizando las desigualdades estructurales y exigiendo mayor representación femenina en puestos de decisión. Esto ha derivado en mejoras en la presencia femenina en órganos de representación de distintos sectores productivos. Prueba de ello es el sector privado, donde la presencia de la mujer en consejos de administración de empresas cotizadas ha subido un 25% desde 2012, situándose en un 35% en 2024.
Dado que el Tercer Sector ha sido históricamente un ámbito feminizado, no sorprende que la presencia femenina siga siendo mayoritaria en comparación con otros sectores, a pesar del crecimiento de la representación de mujeres en ámbitos como el privado, el académico o el público. Sin embargo, hay una diferencia fundamental: mientras que en el sector empresarial quienes ocupan puestos de responsabilidad suelen recibir una remuneración, en las ONG la participación en los órganos de gobierno es mayoritariamente voluntaria y no remunerada. Esta brecha pone de manifiesto que, aunque las mujeres han ganado espacios en la toma de decisiones, las desigualdades económicas y de reconocimiento persisten. En el sector privado, su presencia ha aumentado en posiciones retribuidas, mientras que en el Tercer Sector su liderazgo sigue dependiendo en gran medida del compromiso voluntario.
Si bien la feminización del sector explica en parte estos datos, reducir la representación femenina en el liderazgo únicamente a este factor sería simplista. En los últimos años, se han impulsado medidas concretas para avanzar en la igualdad de género dentro de las organizaciones del Tercer Sector. La implementación de planes de igualdad, la formación en liderazgo femenino y las estrategias para incorporar la perspectiva de género en la cultura organizativa han sido claves para consolidar y fortalecer el papel de las mujeres en la dirección y gestión de estas entidades.
No obstante, el informe también muestra diferencias en función del tamaño de las organizaciones, ya que las mujeres lideran mayoritariamente entidades más pequeñas y con menor presupuesto, lo que denota que la paridad en el Tercer Sector es un reto que sigue vigente.
En el caso de las asociaciones de acción social, es especialmente relevante el compromiso personal con la causa. Muchas mujeres que llegan a la presidencia han vivido de cerca la realidad de los colectivos a los que apoyan, lo que las ha llevado a asumir mayores responsabilidades dentro de estas entidades y a profesionalizar organizaciones que, en muchos casos, surgieron como iniciativas de grupos de familiares.
Estos datos muestran que, aunque el Tercer Sector ha sido pionero en igualdad de género, aún existen retos en la representación de las mujeres en organizaciones de mayor tamaño y en la consolidación de estructuras más equitativas a nivel de liderazgo.

Ana Benavides
Directora General de Fundación Lealtad

Eva Herranz
Analista de ONG y de datos y coautora del estudio