Algunas entidades se apoyan principalmente en redes amplias de voluntariado ciudadano. Otras necesitan equipos estables contratados que garanticen continuidad y cumplimiento técnico. Ambos enfoques pueden ser eficaces y responsables si están bien gestionados. De hecho, muchas ONG combinan ambas fórmulas para adaptarse a los desafíos actuales.
¿Mayor voluntariado implica menor profesionalización?
Las organizaciones que se apoyan principalmente en personas voluntarias reflejan un fuerte compromiso social y una voluntad colectiva de cambio. Este modelo permite alcanzar una gran capilaridad territorial y movilizar a miles de personas en torno a causas comunes, lo que se traduce en una notable capacidad de acción a nivel local y nacional. Además, al no depender de grandes estructuras fijas, estas ONG suelen tener costes generales bajos, lo que facilita que una mayor proporción de los recursos se destine directamente a los programas y beneficiarios.
Sin embargo, esta fortaleza puede convertirse en un reto cuando se trata de gestionar redes amplias y diversas de voluntariado. Coordinar a cientos o miles de personas implica establecer procesos sólidos de selección, formación, comunicación y acompañamiento. Cuanto mayor es la red, mayor es también la complejidad de su gestión, y más recursos internos se requieren para asegurar una experiencia positiva y eficaz tanto para los beneficiarios como para los voluntarios.
Aunque muchas personas voluntarias son profesionales que aportan conocimientos valiosos —como médicos, educadores, abogados o ingenieros—, no todas las tareas pueden ser asumidas por perfiles no remunerados. Algunas funciones exigen continuidad, dedicación a tiempo completo o formación específica difícil de sostener sin personal contratado. Además, la disponibilidad del voluntariado puede ser irregular o limitada en el tiempo, lo que introduce un grado de incertidumbre operativo que debe ser gestionado cuidadosamente.
Este modelo puede funcionar de forma admirable cuando se basa en una estructura organizativa sólida, con capacidad para formar y coordinar a las personas voluntarias y adaptar los roles a sus capacidades. Casos como el de Mamás en Acción, que cuenta con 1.500 voluntarios y 5 personas empleadas para acompañar a menores hospitalizados sin familia, o Fundación Dádoris que, sin tener empleados cuenta con 257 voluntarios-tutores que hacen seguimiento de jóvenes becados, demuestran que es posible alcanzar gran impacto con estructuras voluntarias bien diseñadas.
¿Son las ONG con más empleados organizaciones menos eficientes?
A medida que las ONG crecen en volumen de actividad, alcance territorial o diversidad de programas, tienden a requerir estructuras más complejas. En esos casos, contar con equipos contratados no es solo una cuestión de eficiencia: es una necesidad.
Hay organizaciones cuya actividad exige una estructura estable y profesionalizada, ya sea por el tipo de intervención que realizan, por los estándares técnicos que deben cumplir o por la necesidad de mantener una presencia constante en determinados servicios. En estos casos, contar con un equipo contratado permite asegurar continuidad operativa, especialización técnica y capacidad de planificación a medio y largo plazo.
El personal remunerado suele estar comprometido con la causa, y su dedicación facilita procesos más complejos de evaluación, gestión y mejora continua. La especialización también permite asumir tareas que requieren conocimientos específicos avanzados, y contribuye a establecer relaciones institucionales sólidas con administraciones, financiadores y otros actores del ecosistema.
A pesar de estas ventajas, este modelo conlleva algunos desafíos. El primero, relacionado con la percepción externa: persiste la idea equivocada de que una ONG con personal contratado implica menor compromiso o altruismo. Además, el sostenimiento del equipo contratado requiere recursos económicos estables y puede implicar mayores costes estructurales, que deben ser justificados ante socios, donantes y financiadores. En momentos de incertidumbre financiera, mantener esta estructura puede representar una carga.
Aun así, muchas organizaciones combinan ambos enfoques, personal contratado y en tareas complementarias, como sensibilización, eventos o apoyo puntual. Ejemplos como Médicos del Mundo, Fundación Secretariado Gitano o la Asociación Española contra el Cáncer muestran cómo ambos modelos pueden convivir dentro de una misma entidad, aportando valor desde distintos perfiles. Puedes ver más ejemplos en nuestro post Top 10 ONG españolas con más voluntarios: cómo miles de personas cambian vidas.
En definitiva, este tipo de estructura permite una planificación estratégica más robusta, pero no es incompatible con la participación ciudadana. De hecho, muchas ONG pequeñas con pocos voluntarios logran un impacto notable gracias a un equipo compacto, cualificado y comprometido.
Elegir con criterio y con confianza
No existe un único modelo válido ni uno mejor que otro. Las ONG no son homogéneas y su estructura depende de muchos factores: su historia, su campo de acción, su estrategia, su financiación o su escala. Una organización pequeña con una gran base de voluntariado puede ser, en proporción, tan eficaz y transformadora como una entidad grande con un equipo propio consolidado.
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